Aquí anem a denunciar tots abus que vegem, sobretot en questions de xenofòbia i de la canalla

sábado, septiembre 23, 2006

La honestidad y la dignidad no se mendigan.


En un mundo antiguo de esperanzas y lleno de mediocridades surge el mesianismo de aquellos que en retórica hablan mucho y en la práctica cumple poco o nada, surge el tiempo de los embustes, el tiempo de los denominadores alternativos a la media nacional, denominadores que conllevan por regla principal el acatamiento sumiso y prolongado al poder establecido. En mi pueblo, si, en mi pueblo hay de ese tipo de denominadores, hay de ese tipo de gente sumisa hacia el poder, sumisa hasta perder la camisa blanca de su dignidad vendida, vendida para no perder el lugar en la escalera de la hipocresía que le corresponde, para no perder su condumio materialista, que pobreza más sutil la de sus espíritus, se llenan sus bolsillos pero pierden su dignidad, la que adquirieron el día de su nacimiento, alguien dirá que no lo entiende, alguien que posiblemente llore en la soledad por aquello que ha perdido, perdido por su obscenidad delante del poder. Como dijo el poeta Gustavo Adolfo Becquer.- "Volverán las oscuras golondrinas en mi balcón sus nidos a colgar,.... pero aquellas que nuestros nombres aprendieron, esas no volverán, y como hoy podríamos traducir dichos versos.- Volverán las oscuras pagas de mi salario en mi cartera vendida a colgar,.... pero aquellas que nuestra dignidad elogiaron, esas no volverán.
Nos encontramos delante de un ejercito de lameculos imponente, no solamente por su número, sino por su fidelidad a lamerlos, ellos son la base principal para que el poder establecido en la ignorancia de los pueblos se acentúe, en ellos fía el político maligno para continuar ejerciendo su potestad inmadura, su potestad llena de suciedad innata, en ellos se alarga la sombra del dictador local, cuantas mentiras en tan poco espacio de tiempo, cuantos sueños mal concebidos, solamente ellos con su mala conciencia, con su fatal pensamiento son capaces de entenderlo, mientras tanto el pueblo ciego ve lo que le cuentan y no oye lo que le quitan.